viernes, 30 de marzo de 2012

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En mi trabajo relaciono el plástico PET con la iluminación, observé que aparecía un reflejo que genera un espacio privado en el interior y con ello un límite físico, ya que cuando no hay reflejo ese límite es psicológico, entendiendo un límite físico aquel que impide la relación entre un espacio y otro, y como un límite psicológico el que podemos ver, aún sin llegar a ser un elemento físico sabemos donde esta, por lo cual no divide la relación entre un lado y el otro, así mismo cabe señalar que cuando hay un reflejo muy grande, el interés por lo que ocurre en el interior, aumenta y a medida que el reflejo desaparece el intercambio de información aumenta, pero el interés del individuo disminuye, ya que todo lo que tenemos a la vista pierde interés para nosotros.

Para desarrollar mi planteamiento he dado una forma básica al habitáculo, y lo he usado como útil para modelarlo, pudiendo así focalizar distintas alternativas al proyecto, llegando al estudio de las posibilidades de acoplarse unos con otros, por ser la solución más sencilla para que las agrupaciones tengan un crecimiento ilimitado.
La utilización de una figura geométrica como el hexágono viene justificada por ser ésta la de mayor aprovechamiento del espacio en acoplamientos múltiples.
¿Todos los módulos tienen la misma forma? Esta claro que no, ya que a lo largo de la vida nuestras situaciones van cambiando y tenemos unas necesidades de espacio diferentes, pero en todo momento, el módulo para nosotros va a darnos una “supuesta” protección, una seguridad, igual que puede dárnosla el llevar un amuleto.


Podemos utilizar el espacio mediante estos módulos tanto en horizontal, como en vertical, ¿qué diferencia aparece en la ciudad por la utilización de una forma o de otra? Si lo ponemos en vertical, perdemos esa vinculación entre el espacio privado y el espacio público, además de tener unos recorridos normalizados, sin ninguna posibilidad de variación, por lo que la posición horizontal, nos da situaciones más interesantes unida a los juegos de reflejos, así como a la libertad de recorridos, y una mayor generación de ciudad, ya que ésta aparece con las interacciones entre individuos.


Las relaciones entre individuos varían en función del tipo de iluminación existente siendo más relajadas cuando esta es dispersa y más tensa cuando se trata de una iluminación focalizada. Esta modificación de estados, además se ven afectados por factores como el ruido, la distorsión y el reflejo. El primero tiene una influencia importante en el estado anímico de las personas y ha de estar en consonancia con el tipo de iluminación existente en el ambiente, para generar relajación o agitación, pero éste no siempre lo podemos controlar, el segundo es generado por la modificación del elemento plástico que utilizamos al entrelazar distintas capas, generándose así una distorsión que logra variar el efecto que genera (con la excepción de opacidad o transparencia total en los cuales queda anulada) el tercer elemento como es el reflejo.
Otras condiciones que lo modifican es el lugar donde este situado o el momento del día en el que nos encontremos.
Por todo ello podemos encontrarle cierta similitud con las relaciones de las redes sociales, ya que además de poder ver la vida privada de todos los que la hacen pública, las relaciones también son diferentes según tu relación con el individuo y la situación en la que ocurre.
La forma de entender el espacio cuando todo es privado es lineal, mientras que cuando empiezan a aparecer módulos públicos, la forma de entenderlo es múltiple, así como inesperada.


Para relacionar el espacio privado con el público, además de utilizar como filtro los reflejos he introducido los colores, que nos permiten hablar de nuestro estado de ánimo en cada momento, siempre implementado por el juego de reflejos